Martes 19 de Marzo del 2013
El Amor del Papa Francisco
¡Dios santo!... Mira cuanta
humildad, mira cuanta ternura, mira simplemente el amor… Aquella mañana cálida y brillante, Su
santidad Francisco, Ante los ojos de los fieles parecía un ángel.
Millares de corazones vibraron en
mística emoción, el viento pareció tomarlo
sutil y velozmente, para impulsar sus propios pasos hacia aquel creyente que
con ojos resplandecientes de emoción, fe
y esperanza, recibiera la bendición
apostólica.
Si, en ese preciso instante que se
volvió sublime, realmente esa figura luminosa del santo Padre, pareció
agigantarse… el blanco de su vestimenta reflejó con mayor intensidad la luz del
sol… El mundo vio su presuroso andar y el rostro de un pontífice adornado con
una dulcísima sonrisa… Fue acercándose
para besar en la frente a aquel ´prójimo´ que sostenido en brazos de un familiar, le miró con unos ojos que
refulgían de paz y espiritualidad, se
percibió como si el cielo se tornara más
límpido y el ambiente se investía de
espiritualidad, amor y magia de la Divinidad.
Cualquier corazón sensible y religioso
podrá decir que en ese instante hubo una inmensa correlación, como si
mirásemos un acto de nuestro señor Jesucristo
impartiendo sanación…
Pensemos pues que más allá de la diversidad de
creencias religiosas, las blasfemias o herejías, sabemos que los Papas
continúan la labor de Jesús mediante el divino encargo del santo evangelio y las llaves del Cielo a su apóstol San Pedro.
A propósito de este hecho, en la
plaza de San Pedro, reflexionemos también un momento sobre circunstancias en
este nuestro planeta pincelado con la magia divina de impredecibles colores,
cada cual somos uno más en esta creciente multitud de almas que evolucionamos
respirando bajo esta misma atmósfera…
Meditemos sobre el aire que acabamos
de exhalar en este instante, es el mismo que entró y salió de los pulmones de
quienes nos rodean, no importa si es blanco, negro, rubio, cholo, rico, pobre,
enfermo, sano, un perro o un gato…
Qué ironía porque algunos por ¨asepsia¨ tienen pánico estrechar la mano de
un menesteroso, una persona humilde o peor una persona enferma.
Su Santidad Francisco, abandonó la
¨seguridad ¨ que le brindaba el vehículo y simplemente bajó… bajó para abrazar, besar y bendecir a un necesitado, al
más necesitado circunstancialmente de ese instante, aquel que no podía caminar…
aquel que no podía físicamente acercársele… Parece simplemente que su mente y
corazón conjugaron una acción, la acción magnánima de ese sentimiento divino,
que tiene el poder maravilloso de
convertirse en la fuerza más poderosa del mundo: Amor
Una aureola luminosa, nubes
resplandecientes y una sensación de
magia espiritual en el alma de cada uno
de los creyentes allí en la plaza de san Pedro… parecía que aquel lugar sagrado, se llenó de un silencio
donde sólo se escuchaba el latir de corazones llenos de fe y esperanza, de ojos
emocionados, de rostros felices y espíritus Cristianos.
La mayor necesidad del mundo es
amor, esta prédica encierra todo cuanto el hombre requiere para convivir en
paz, en armonía, en justicia… que
maravilloso será nuestro planeta cuando todos podamos sonreír felices, cuando
todos nos sintamos homogeneizados en armonía, llenos de bondad, de afecto de
sinceridad… Un mundo donde todos digamos eres mi amigo, eres mi hermano,
cuidaré de ti, pediré al señor para que nos tenga siempre iluminados con su infinita luz de
protección y Divinidad.
Unamos nuestras plegarias e imploremos al supremo creador para que Guíe a su Santidad
Francisco, lo sigamos teniendo como a un guía espiritual, un ejemplo a seguir,
un padre a respetar, un amigo en quien confiar, un hermano en quien apoyarnos… Un Santo Apóstol del Señor, que interceda
ante el creador por el perdón de nuestros errores… nuestras blasfemias… Nuestros pecados ¡
Que Renazca la Fe