ALAUSÍ
Chimborazo, Ecuador
A veces me parecía un sueño aquel recuerdo de mi tierna infancia, tenía seguramente menos de cinco años de edad, puedo afirmarlo, pero las imágenes se esclarecían en mi mente cuando rebuscaba en las reminiscencias...
Recuerdo claramente que mi abuela materna tenía una gran casa junto a la calle principal...como olvidar la fragancia del pan caliente de una panadería que estaba justo cruzando la empedrada calle, luego mis tíos me tomaron en sus brazos y a lomo de caballo emprendimos una folclórica y bella cabalgata, atravesando esas multicolores montañas que se ven al fondo y entonces luego de más de tres horas de caminos sinuosos, lodosos, rocosos...entre ríos y quebradas y alcanzando la cima montañosa llegábamos felices a la plaza de Gauín.
Luego bajábamos hacia la hacienda de mis abuelos enrumbándonos por atrevidos chaquiñanes, tan difíciles donde hasta las nobles bestias solían resbalar y finalmente desmontábamos en un hermoso claro rodeado de floripondios, limones, chirimoyas y una inmensa e incontable variedad de flora y fauna...nos recibían el ladrido de los perros, el balar de las ovejas el cloquear de las gallinas, el canto de los mirlos y el maravilloso olor de una tibia infusión de hojitas de cedrón...
Después de más de 48 años he vuelto a visitar Alausí, cuantas cosas han cambiado señor mío, cuantas cosas...
Hay algo que se mantiene eterno en este pueblo, su clima, su clima bello y vivificante, su gente cálida y afectuosa, y el inigualable paisaje hermoso, florido y colorido de su paradisíaco entorno natural...