sábado, 17 de diciembre de 2016

Navidad no es un cuento de hadas



Con siglos de anticipación, los profetas habían anunciado la llegada de un mesías, un mediador entre Dios y los hombres, anunciaban lo que hoy celebramos como Navidad.
La navidad da inicio a este gran misterio, donde Pareciera como que si la Divinidad quisiera sentir por experiencia propia todas las vivencias de la condición y sentimiento humano, el dolor, el hambre, el frio, el calor, el amor, la fraternidad, la traición, la maldad, las lágrimas, la felicidad y el extremo increíble de llegar a morir con la  naturaleza humana.
Moisés hablaba cara a  cara con el creador, fue  también mediador entre aquel  pueblo elegido por la gracia divina de Jehová y conducirles por cuarenta años.
Recibió de parte del mismísimo Supremo Creador Jehová, la ley tallada con fuego sobre piedras, tan cierto e igualmente así, cientos de años después el profeta Isaías proclamaría  el advenimiento de un nuevo mediador, un redentor, un  salvador: Jesús.
Ciertamente el día profético tenía que llegar y es así que  aquel divino día, Gabriel el enviado celestial se apareció  a una joven en la tierra y  expresó: Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, concebirás un hijo al cual pondrás por nombre Jesús, el será grande y será llamado hijo del altísimo.
 Ella respondió: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Nazaret, una población en la región de Galilea a diez kilómetros del monte tabor realmente resplandeció con esta  anunciación del ángel Gabriel a la santísima virgen María.
Aconteció después que María acudió a visitar a su prima Isabel que se encontraba con seis meses de embarazo y he aquí la gran maravilla que ocurrió; se estremeció la criatura en el vientre de Isabel al escuchar el saludo de María, e Isabel quedo llena del espíritu santo, pero es que ciertamente quien estaba en el vientre de Isabel era quien posteriormente seria conocido como Juan el Bautista y  proclamaría  que vendría uno más poderoso que él.
 Yo os bautizo con agua, pero vendrá uno quien los bautizara con espíritu santo y fuego, refiriéndose a nuestro señor Jesucristo.

Y fue maravillosamente él mismo, quien bautizaría a Jesús en el Jordán.

Ya estaba escrito, las palabras de los profetas tenían que cumplirse, Jesús nacería en Belén, María en avanzado estado de embarazo, junto a José emprendieron una muy difícil y gigantesca caminata, mas de cien kilómetros de senderos  inhóspitos  que separaban Nazaret de Belén.
 En una época en que los viajes eran a pie o a lomo de mula, nada los detendría, eran quizá más de ocho días de travesía, pero la fe y fortaleza de la que estaban investidos les darían las energías y entereza necesarias para arribar a su destino a tiempo.
Seguramente aquella bendita noche el cielo de Belén resplandecía de un color maravilloso, una estrella poderosa refulgía como ninguna otra, su destello celestial señalaba exacto el lugar del nacimiento del Mesías, desde oriente siguiendo esta luz, ya venían los sabios a  adorarle, oro, incienso y mirra eran sus regalos.
De pronto un ángel se presento a los pastores circundantes de Belén, no teman, pues hoy les ha nacido un salvador les dijo, hallareis al niño en un pesebre envuelto en pañales y aconteció que en ese mismo instante se aparecieron toda una pléyade  de ángeles celestiales que alababan al Creador mientras decían: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Jesús había nacido, era Navidad.

lunes, 4 de julio de 2016

ALAUSÍ




 ALAUSÍ
 Chimborazo, Ecuador

 



A veces me parecía un sueño aquel recuerdo de mi tierna infancia, tenía seguramente menos de cinco años de edad, puedo afirmarlo, pero las imágenes se esclarecían en mi mente cuando rebuscaba en las reminiscencias...
Recuerdo claramente que mi abuela materna tenía una gran casa junto a la calle principal...como olvidar la fragancia del pan caliente de una panadería que estaba justo cruzando la empedrada calle, luego mis tíos me tomaron en sus brazos y a lomo de caballo emprendimos una folclórica y bella cabalgata, atravesando esas multicolores montañas que se ven al fondo y entonces luego de más de tres horas de caminos sinuosos, lodosos, rocosos...entre ríos y quebradas y alcanzando la cima montañosa llegábamos felices a la plaza de Gauín.
Luego bajábamos hacia la hacienda de mis abuelos enrumbándonos por atrevidos chaquiñanes, tan difíciles donde hasta las nobles bestias solían resbalar y finalmente desmontábamos en un hermoso claro rodeado de floripondios, limones, chirimoyas y una inmensa e incontable variedad de flora y fauna...nos recibían el ladrido de los perros, el balar de las ovejas el cloquear de las gallinas, el canto de los mirlos y el maravilloso olor de una tibia infusión de hojitas de cedrón...
Después de más de 48 años he vuelto a visitar Alausí, cuantas cosas han cambiado señor mío, cuantas cosas...
Hay algo que se mantiene eterno en este pueblo, su clima, su clima bello y vivificante, su gente cálida y afectuosa, y el inigualable paisaje hermoso, florido y colorido de su paradisíaco entorno natural...