Jinsop
Aquel
amanecer del 24 de junio del año 2012, el lucero del alba lucía taciturno allá
en el firmamento, su destello lejano y misterioso parecía reflejarse sobre la
espuma efervescente de las olas juguetonas en las playas de Ayangue.
Parecía
ser aquella estrellita solitaria que entre nubes y fulgores plasmaba en
realidad la más exitosa canción de Jinsop…
y quizás la única compañía que él tenía
en ese inexorable momento al presentir
que su vida terrenal se extinguía, tal
vez a modo de inexplicable profecía esa canción decía:
Estrellita
solitaria
que me vino a acompañar
cuando triste me moría
en mi amarga soledad…
que me vino a acompañar
cuando triste me moría
en mi amarga soledad…
Sabemos que aquella
madrugada, el gran artista Jinsop estaba en su morada completamente solo… Terriblemente
en soledad diría yo, se enfrentaba y tal
vez luchaba con todo el vigor de su alma
contra las fuerzas ineludibles del destino….sí, el ocaso de una vida se
acercaba… el lucero del alba allá en el cielo también estaba desapareciendo
tras los albores del día…la brisa marinera parecía más fría y el rumor de las
olas sonaba como una plegaria que se extendía con sabor a despedida.
Pero él no se ha
ido señor mío, él tiene ahora un nuevo brillo con luz propia, cada vez que
veamos en el firmamento el fulgor radiante de una estrella sabremos que su voz
no se ha apagado y su carismática presencia se materializa y cobra vigencia con
cada una de sus bellas melodías.
La tarde de
aquel día que fui a Ayangue, quise conocer su última morada, un pescador del
vecindario dijo; es que nadie realmente sabía quién era él, solía salir, caminar, conversar,
siempre saludaba…solamente fue cuando esa
noticia que estalló como una bomba convulsionó nuestra apacible población …todos
decían, es Jinsop; el Famoso, el artista, el Cantante…
La aglomeración
de gente empezó a inundar el vecindario,
las canciones de Jinsop empezaron a escucharse en las calles, los hogares, las
esquinas, los bares, muchos las tarareaban mientras conmovidos comentaban…y fue
recién ahora allí, que supimos que el
gran Jinsop había estado conviviendo con
nosotros, compartiendo los campos verdes
de las montañas que nos rodean, el rumor sublime de las olas de nuestro mar y la
brisa marina fresca y vivificante de nuestra paradisiaca Ayangue.
Verdaderamente
Jinsop cantaba con una grandiosa tonalidad y estilo, toda una manifestación de gigantesco artista, sus
interpretaciones expresaban dulzura y sentimiento, como si lo hiciera en su
propio idioma, eso era realmente magistral, pues había llegado de un lejano
país y hablaba una lengua aun extraña para nosotros los latinos.
Los campos
verdes, Estrellita solitaria, Dulzura mía, eran las multicolores portadas de discos
y revistas en la década de los 70.
Jinsop se
culturizó como latino, vivió y sintió como latino, pero más que eso se
identificó como Ecuatoriano, quiso ser y se nacionalizo Ecuatoriano…en el ocaso
de la vida la naturaleza misteriosa siempre nos enrumba hacia nuestro lugar de
origen…esta vez fue diferente, el no busco el lejano oriente, su corazón sintió
el magnetismo de esta tierra Ecuatoriana, Parece que buscó y fue hasta Ayangue, para
hacer de sus bellas montañas costaneras “los campos verdes” de su canción,
quizá encontrar en el lucero del alba su “Estrellita solitaria” y quién sabe
también para cantar junto a la brisa marinera con nostalgia “Dulzura mía”.
Hoy….sólo nos
queda escuchar, recordar y cantar:
Los campos verdes que yo dejé, bellas
historias que nunca olvidaré….